LIBRO REGISTRADO EN EL REGISTRO DE PROTECCIÓN DE DERECHOS INTELECTUALES DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS.
“PROMESAS EN EL CIELO” H. D. CRUZ
DEDICATORIA:
“Tú eres mucho más, que miles de días
llenos de añoranza y nostalgia.
Eres más que todas esas canciones que
cantábamos juntos, y que ahora me recuerdan a ti.
Eres más que los lugares en los que
estuvimos, y en los que nunca visitamos que se quedaron en nuestros sueños.
Eres más que todo lo que te escribo cada
noche entre lágrimas.
No mereces que te extrañe, tú mereces que
te viva.
Que viva tu recuerdo, aunque vivirte me
mate cada día.
Vivirás hasta en mi último aliento, y
después volveremos a vernos.
Hasta entonces; Besos al cielo <3
Te quiere mami.
PROLOGO
Brock miraba
cautivado hacia la cámara que vigilaba a la mujer que deseaba de una forma
enferma y obsesiva, hasta su mente retorcida e insensible se daba cuenta de que
no era sana su forma de pensar en la delicada mujer que trabajaba en la
oficina, ignorante del profundo interés que le dominaba. ¿Qué tenía para
llamarle la atención hasta la locura más retorcida y exquisita?
Era consciente
de que tenía un amante que no apreciaba el gran regalo que poseía, que ni
siquiera pasaba una sola noche en su cama, y que viajaba durante meses
dejándola a merced de gente sin escrúpulos como él. Ese estúpido hombre, sólo
era un bruto necio que no la merecía, que no la deseaba como debía, que no la
llenaba de joyas y la vestía con suaves sedas, mientras la satisfacía hasta
hacerla gritar como lo haría él si la conseguía, y no le cabía duda de que
sería suya en algún momento. Siempre obtenía aquello que quería y ella no sería
la excepción.
Había asesinado
a su primer hombre con tan sólo ocho años, con la frialdad de un reptil, y había
llegado a ser un sicario temido entre los peores carteles de la vieja Tierra
antes de llegar a la adolescencia. Que no dudaba en destruir, aplastar y
arrasarlo todo a su paso, y que ahora se veía rendido por una simple e inocente
jovencita que ni siquiera le miraba, era un pensamiento estúpido que le sacaba
de quicio pero que de todas formas estaba ahí, oculto pero siempre presente.
Sentado en su
mesa hizo girar el antiguo y viejo globo terráqueo que le recordaba cuál era su
otro objetivo; La Tierra. El viejo planeta que contenía todo lo que le haría
inmensamente poderoso, y le encumbraría por encima de todos.
Un planeta azul
que había sido declarado bien del universo y que a la vez se les había
arrebatado a sus verdaderos dueños; los humanos.
La historia
comenzaba doscientos años atrás cuando todos los mundos conocidos y hermanados
del universo, hicieron un recuento de aquello que era necesario salvar a toda
costa. Eso ocurrió cuando los cielos ya
no eran una barrera y el universo se rindió a sus pies. Habían conquistado el
cielo y habían perdido su tierra, su hogar y sus raíces.
Fueron
fabricando inmensas naves y colosales plataformas en el espacio exterior;
llenas de edificios de metal y cristal con tachones de verde. Una estafa sin
límites para justificar un cambio injusto que albergaría a una especie que era
arrojada de su mundo.
Algunos miles
de humanos rezagados limpiaban las grandes ciudades y bosques, borrando toda la
presencia humana de las grandes extensiones que se iban abandonando. Mientras
la limpieza avanzaba, los humanos eran despojados de todo lo que amaban y eran
desterrados a un inmenso y oscuro espacio, en plataformas frías y llenas de
metal.
Sus padres
vivían en una hermosa ciudad que poco a poco fue vaciándose, una ciudad en la
que un joven pero peligroso humano era el amo de los bajos fondos, en la que
tenía poder y en donde todo aquel que no le respetaba perdía la vida. Los que
conocían y ellos mismos fueron de los últimos en ser arrojados al espacio. Su
mundo se había reducido a aquella enorme plataforma, pero quería más, siempre
quería más y lo tendría, su ambición sería saciada.
Sonreía
despectivo pensando en sus múltiples delitos, en sus continuos arrestos, en su
paso por las diversas opciones de centro de detención, y en los estúpidos
psicólogos que intentaban reinsertarle en una sociedad que se desmantelaba. No
cumplía ninguno de los mínimos requisitos que ellos consideraban indispensables
de cualquier candidato para ser un buen psicópata; tenía una madre amorosa y
dulce que le cuidaba y que hacía de su casa un lugar agradable donde vivir, un
padre trabajador que se deslomaba desmontando la ciudad que amaba, y en la que
en algún momento había sido feliz, aun mientras su corazón se desgarraba de
añoranza antes de haberlas perdido. Entre los dos lograban establecer un hogar
estructurado y feliz para sus hijos.
Padres que les
amaban sin medida y que querían salvar su hermoso planeta, los animales que la
habitaban y que a cambio sólo la visitarían en algunas cortas vacaciones,
mientras se regeneraba para aquellos locos y estúpidos ecologistas verdes que
creían que un animal tenía el mismo valor que una vida humana.
Su padre había
muerto joven en un accidente que les dejó solos y al borde la desesperación. Su
madre y sus hermanos pronto ocuparon sus manos y todas sus fuerzas en destruir
aquello que todos llorarían. De su padre, tenía algunos vagos recuerdos de
celebraciones entre música, canciones y carcajadas, en las que se recordaba
sentado en sus muslos y reían juntos, con aquellas enormes risotadas que le
hacían sentir feliz y seguro a su lado.
Los recuerdos
de su madre eran los que mejor habían sobrevivido en su retorcido sentido del
amor; seguían moviendo su corazón de una forma leve y tierna que ya no
encajaban con el hombre duro y sangriento en el que se había convertido, pero
que seguían llenándole de una ternura que había quedado tan lejos y cerrados
como la misma Tierra, inalcanzables pero que existían en algún lugar de su
sucia alma.
Poco a poco los
países, las ciudades y enclaves fueron desapareciendo y cada vez quedaban menos
humanos viviendo en el lugar que les correspondía por derecho. Los últimos
humanos habían salido de forma definitiva de la Tierra treintaicinco años atrás;
los últimos informes que había recibido sobre ella, eran de un planeta
regenerado hasta desbordar los pronósticos más optimistas, floreciente sin
límite mucho más allá de lo esperado, lleno de una exuberante vegetación que
conquistaba y lograba rellenar las cicatrices dejadas. Lleno de peces que
pescar, mamíferos que cazar y consumir, de árboles que talar, minerales que
explotar y todo sería suyo. Se desharía de todos los que le impidieran llegar a
conseguir aquel planeta y todo lo que contenía, nadie iba a detenerle.
Deslizó su dedo
sobre un timbre y su eficaz secretaria entró con su cuaderno, sólo tuvo que
apartar su silla de la mesa y abrir sus piernas para que ocupara obediente y
servil el lugar entre ellas. Abrió su cremallera y empezó a tomarle en su boca
experta, mientras su mente se llenaba con la imagen de la mujer que ansiaba
hasta la desesperación y engañándose a sí mismo de que era su boca la que le
daba placer.
La placentera
ensoñación en la que se hallaba inmerso se descompuso cuándo abrió los ojos y
miró hacia la cámara que le dejaba ver al objeto de su deseo. Enfadado por no
ser la boca adecuada, cogió su pelo con brusquedad y comenzó un bestial ritmo,
enterrándose en su garganta hasta que sentía sus arcadas y todo volvía a
empezar hasta que rugía y ella se iba.
Algún día…algún
día encontraría la forma de conseguir la mujer y la boca adecuada. Sólo tenía
que esperar. Todo llegaba si tenías una férrea voluntad como la suya.
CAPÍTULO 1
Las luces de la
ciudad empezaban a difuminarse, mientras los obreros y los funcionarios que no
vivían en los cuarteles volvían apurados y asustados a sus pequeñas viviendas,
antes del toque de queda. Los que no lograran llegar a tiempo corrían el riesgo
de acabar en el mejor de los casos entre rejas o heridos en alguna salvaje
paliza, y los menos afortunados no verían un nuevo día. Los escuadrones que
debían mantenerlos seguros, eran ladrones y asesinos, tanto como quién los
dirigía.
Harut se dio la
vuelta y contempló la pequeña habitación dónde llevaba viviendo los tres últimos
años la mujer que amaba. Una cama pegada a la única ventana que apenas dejaba
ver la calle comunitaria que cada vez se iba quedando más vacía, un pequeño
armario desmontable con algunos trajes serios de trabajo, una cocina básica que
apenas servía para calentar la comida diaria que se les proporcionaba en sus trabajos, una
pared llena de libros y un portátil viejo; pocas posesiones para quién se
jugaba la vida por todos los que intentaban hacer frente a un dictador cruel y
despiadado, lleno de codicia y ansias de poder.
Caminó inquieto
por el estrecho espacio que recorría con apenas tres pasos, mientras intentaba
pensar en dónde podía empezar a buscarla en una ciudad que apenas conocía. Llena
de más enemigos que amigos, y dónde no tenían ningún contacto que pudiera
ayudarle en ese momento. No quería ni pensar en que hubiera llegado tarde, no
podía perderla sin tener una última oportunidad de conquistarla.
Un taconeo al
final del pasillo le hizo ponerse alerta, el continuo ir y venir de los vecinos
hacía difícil distinguir las conversaciones en un espacio tan reducido, pero
una voz femenina que oía en su interior aun cuando estaba lejos de ella, llamó
su atención; Selene por fin llegaba y no lo hacía sola. Se quitó la camiseta,
arrugó las sábanas de su cama y revolvió su pelo como si hubiera estado
durmiendo mientras la esperaba. Puso atención a sus palabras porque notaba una
dureza encubierta en ellas, con voz
dulce pero firme hablaba con un hombre.
—
Ya lo hemos hablado muchas veces
Dylan, la respuesta sigue y seguirá siendo no. Estoy cansada y esa reunión
sorpresa de última hora no ha ayudado a que mi humor mejore. Brock siempre
logra ponerme histérica con sus desagradables amenazas de última hora. No voy a
dejarte entrar y no vamos a tener ninguna cita.
—
Somos buenos amigos, nos llevamos
bien, nos respetamos y seríamos una buena pareja, hay relaciones que empiezan
con mucho menos y logran llegar a ser felices. ¿Por qué no me das una oportunidad?
Sé que puedo hacerte feliz, tengo bastante amor para los dos.
La voz cansada
de Selene también dejaba entrever un evidente cariño por el hombre con el que
hablaba. Esperó por la respuesta de la mujer conteniendo el aliento y atento a
sus palabras.
—
Ya lo hemos hablado en muchas
ocasiones y nada va a cambiar. Nunca te he dado esperanzas, eres mi mejor amigo
y eres muy importante para mí. Te aprecio y no sé cómo sobreviviría sin ti
aquí, pero no hay nada más y no lo habrá.
Harut empezaba
a impacientarse oyendo la conversación que transcurría detrás de aquella
puerta. Aunque nunca se hubieran visto en persona, ni hubieran cruzado una sola
palabra, sabía que aquel hombre la amaba tan desesperadamente que renunciaría a
ella para mantenerla segura. Sin embargo no estaba interesado en seguir
escuchando aquella conversación, porque esa noche se la llevaría y haría todo
lo posible para que permaneciera a su lado. Antes de que volviera a insistir
abrió la puerta sorprendiéndoles:
—
Hola preciosa, hoy te has
retrasado mucho y ya empezaba a impacientarme. Llegas tarde y acompañada, mala
combinación para cuando llego cansado y desesperado por ti.
Selene se
volvió extrañada de encontrarle allí y medio desnudo con todo su pecho al aire,
con el cabello negro suelto y desordenado, y su mano en su cintura apretándola
contra su pecho impidiéndole retroceder y escapar de su alcance, dejándola en
evidencia ante su acompañante. Harut mantenía una postura desafiante contra
Dylan y lo que menos quería era un enfrentamiento abierto, se quedó pasmada
cuando extendió su mano y marcó con sus palabras una posición que no poseía en
su vida.
—
Me llamo Harut, encantado de
conocerte pero si no te importa ahora tengo hambre y he echado terriblemente de
menos a Selene. Hace semanas que no la veo.
Dylan contempló
al hombre que posesivamente enlazaba a Selene por la cintura mirándola con
hambre apenas disimulada y un deseo que se desbordaba por cada poro, la química
entre ellos era tan potente que era imposible de ignorar. Estaba a punto de
perderla definitivamente, pero ya no podía protegerla de un Brock que estaba
descontrolado y ansiaba poseer a la mujer. Aquel guerrero la llevaría a un
lugar seguro y la mantendría a salvo. Sabía que era lo correcto, tenía que
enviarla lejos de su alcance, donde nunca más pudiera llegar a ella, aun así su
pecho dolía con cada inspiración al pensar en no verla nunca más.
—
Me alegro de que hayas llegado tan
rápido y sé que la dejo en buenas manos. Sólo quisiera despedirme de ella…a
solas.
Asintió reacio
pero prudente y entró de nuevo en la habitación, pero no sin antes darles un
buen consejo;
—
No nos queda demasiado tiempo, el
puerto se cerrara y nos quedaremos atrapados aquí, así que se breve o no habrá
servido de nada venir.
Los dos
esperaron hasta que le vieron desaparecer, ella sin entender nada del extraño
enfrentamiento entre los dos hombres y Dylan intentando encontrar las palabras
precisas, porque no le cabía duda alguna de que les escuchaban y aún no estaba
a salvo. Quería decirle tantas cosas que no tendría tiempo en una sola vida, un
par de segundos le servirían para morir sin ella.
—
Sólo quiero decirte que siempre te
he querido, que no lo olvides y que siempre te esperaré si decides volver a mí.
—
Eso me suena a despedida Dylan y
no es necesario ponerse melodramático porque Harut haya venido sin avisar, se
irá hoy mismo seguramente y mañana nos veremos en la oficina como siempre. No
te preocupes por mí y corre a tu casa, el toque de queda está al caer y ni
siquiera nosotros estamos seguros en las calles, si todavía piensas salir a por
alguno de tus caprichos.
—
¿Un último beso?
Selene le
sonrió y le dio un casto beso en la mejilla. Se dio la vuelta cuando Harut se
asomó a la puerta irritado y le despidió por ella, con un tono sarcástico y
mordaz.
—
Hasta mañana Dylan.
Dylan murió un
poco más con cada paso que le alejaba de ella, pensando en que ya no habría un
mañana a su lado en la oficina pendiente de cada una de sus palabras, sus
medias sonrisas y sus guiños cómplices. En que era posible que no volviera a
verla, y a la vez solo podía pensar en que estaría a salvo y eso era suficiente
como para dejarla irse. Tenía que convencerse de ello, no había otra opción,
perder lo que nunca había sido suyo le estaba matando.
Harut cerró la
puerta con fuerza a su espalda y le hizo
un gesto de silencio indicándole donde estaban los micrófonos que la vigilaban
día y noche, como si ella no lo supiera mejor que él. Las preguntas se
atropellaban dentro de su cabeza pero tendrían que esperar ¿Qué hacía allí?
¿Por qué aquella visita imprevista? ¿Cómo era que Dylan conocía a Harut? Sabía
que le seguiría la corriente y desvió su mirada mientras le veía volver a
ponerse la camisa y observar la calle vigilante desde la pequeña ventana.
—
No sabía que ibas a llegar tan
pronto, se me ha hecho tarde y no tengo nada especial para nuestra cena. Hemos
tenido una reunión de última hora que se ha alargado demasiado.
—
Pues lo mejor será que salgamos
antes de que el toque de queda nos deje sin cenar y estoy hambriento. Llevo
horas esperándote y mi hambre por ti sólo ha aumentado con cada segundo.
Salieron del
apartamento vigilando los alrededores mientras caminaban a buen paso,
alejándose deprisa de su casa y Selene se sentía cada vez más enfadada con
aquella absurda situación. Con el
enfrentamiento sin sentido entre dos hombres que no tenían nada en común, con
la posesividad demostrada por Harut sin tener derecho a hacerlo y menos a herir
a Dylan con algo que no existía entre ellos.
El hombre la
miraba de reojo porque sabía que nada más que estuvieran a salvo de oídos
indiscretos estallaría y no tenían tiempo para explicaciones, tenían que llegar
al puerto y salir de allí antes de que lo clausuraran y cerraran las salidas
dejándoles atrapados y expuestos. En cuanto entraron en un pequeño y oscuro
callejón, estalló enfrentándole hecha una furia. ¡Era realmente hermosa cuando
se enfadaba!
—
¿Qué haces aquí? ¿de qué conoces a
Dylan? ¿dónde vamos? el toque de queda nos dejara a merced de los escuadrones y
ni siquiera yo soy intocable. Nadie me avisó de vuestra visita y es una
estupidez llegar de esta forma imprevista, y en este momento. He trabajado
mucho en la información que se necesita y todo puede irse al garete.
—
Tu tapadera ha saltado en pedazos hace
días, es un milagro que llegáramos a tiempo y todo gracias a tu “queridísimo”
Dylan. No hay tiempo para explicaciones, calla y sígueme.
Antes de que
pudiera responderle tiro de ella agarrándola con fuerza de la mano, y hecho a
correr como si los persiguieran hacia los muelles de carga. Sus finos tacones
no estaban diseñados para correr y tenía que casi ir saltando para evitar
romperse un pie. Tiró cabreada de su mano con fuerza hasta lograr llamar su
atención.
—
¡Maldita sea! ¿quieres que me
rompa la crisma? estos zapatos no están hechos para correr.
Miró hacia sus
pies y suspiró molesto, echándosela al hombro y cargando con ella como si fuera
un saco de patatas. Ignoró sus inútiles esfuerzos para que la bajará porque
tenían que salir de allí antes del cambio de guardia. Había sobornado a los
codiciosos soldados que tenía apostados en su lanzadera y quería irse sin
problemas, y a ser posible sin llamar la atención más de lo necesario. Aquellos
corruptos estúpidos pensaban que había ido a secuestrar a una novia reacia y de
paso ellos se llevarían un dinero extra nada despreciable a casa. Un ejército
descontento, muerto de hambre y mal pagado, tenía aquellas pequeñas ventajas.
Selene no sabía
que ocurría, ni por qué, pero el neandertal iba a escucharla en la primera
ocasión que tuviera. Se quedó callada cuando de repente su frenética carrera se
detuvo, volviendo a reanudarse con largos pasos que devoraban los pocos metros
en dirección a una lanzadera con los colores de su hermano, y le oyó
susurrarle;
—
Finge que te has desmayado y deja
de luchar de una maldita vez. Te prometo que hablaremos en cuanto sea posible
pero aún tenemos que salir de los muelles. Tenemos que irnos antes de que nos
cierren la huida y tengamos que luchar para salir de aquí.
Se quedó inerte,
cerró los ojos y se dejó manipular por el hombre que la apretaba con fuerza
contra su pecho, mientras se aproximaban a los guardias.
—
Hola chicos, ya estamos aquí y me
la llevo. No ha habido manera de que entrara en razón, así que me la llevo
antes de que su familia venga a ayudarla y tenga que irme sin ella de nuevo.
—
Tienes que darte prisa porque en
breve se cerrarán las compuertas, ya creímos que no llegaríais a tiempo y que
mañana tendríamos un poquito más de oro en nuestros bolsillos. Es muy hermosa
tu mujer, vale cada pieza de oro que has pagado. Espero que te haga muy feliz,
ha sido un caro regalo.
Los guardias
sonrieron y se alejaron para dejarles irse mientras aprobaban su salida de los
muelles. No perdieron ni un segundo y en apenas unos minutos estaban fuera de
la inmensa burbuja que protegía la plataforma de Opal, que se veía de un rojo
intenso desde el espacio. Aquel rojo intenso era el sello más apropiado para un
dictador despreciable como Brock, que gobernaba a base de torturas bestiales y
derramamientos de sangre.
Caminaba
agitada de un lado a otro cada vez más enfadada y confusa, esperando de
forma sensata hasta que estuvieron a una
distancia prudente de la que había sido su casa y su pesadilla aquellos últimos tres años. Cruzó los brazos y se
enfrentó al hombre que se la había llevado sin ninguna razón, cuando decidió
que ya estaban a salvo.
—
Quiero una explicación y la quiero
ahora. No tienes ni idea de lo que acabas de hacer.
Permaneció
callado y aparentemente inmerso en los mandos de la nave, aunque ella sabía que
podía volar por pura intuición sin desviarse ni un metro de su objetivo.
—
¡Maldita sea! Te presentas en mi
casa sin avisar, le das un susto de muerte a Dylan y me sacas de la ciudad sin
decirme cómo, ni por qué debemos irnos. Tengo que volver en cuanto abran la
cúpula de nuevo y antes de que se den cuenta de que me he ido. Puedo disculpar
mi salida como una escapada romántica, pero no podré hacerlo si estoy demasiado
tiempo ausente. Brock está cada vez más suspicaz y cauteloso, nos vigila a
todas horas. Tiene sospechas y no debemos fomentarlas, ya es bastante letal sin
darle más motivos.
—
No creas que volveremos porque eso
no va a suceder y cuando veas a Gabriel te lo explicará todo. Te he traído ropa
que tenías en la nave de tu hermano y por lo que veo te quedara amplia, estás
aún más delgada que la última vez que te vi.
—
Quieres decir que “La Promise”
¿está cerca? Gabriel ha debido volverse loco para traer hasta aquí la nave,
está demasiado cerca de la flota de Brock, no dudará en atacarla si sabe que
puede apresarla o derribarla.
Sintió la ira
de Selene saliendo en oleadas por todos sus poros, apostaría lo que fuera a que
su pasión sería igual de intensa cuando la poseyera y no tenía ninguna duda de
ello, había esperado demasiado para tenerla en sus manos de nuevo y no iba a
escapársele otra vez.
******
Selene se duchó
intentando calmarse para volver a intentar hablar con aquel obcecado que no la
escuchaba; intentaría explicarle porque tenía que volver y porque no podía irse
de aquel horrible lugar. Su hermano Gabriel confiaba ciegamente en su capitán,
sin embargo ella siempre se había sentido inquieta a su alrededor. Mientras que
ella era pequeña y rubia, él era un hombre alto y moreno, musculoso y de rasgos
demasiado fuertes como para considerarlo guapo. Sabía poco de su vida y nunca
daba explicaciones a nadie. Serio, eficiente y sólido, pero con un encanto que
la hechizaba de una forma un tanto inexplicable desde que se habían conocido.
Llevaba con su
hermano desde el principio; los dos se habían convertido en mercenarios fuera
de la justicia cuando los ejércitos tomaron el control y pisotearon una a una
todas las plataformas del espacio. La codicia, la crueldad y el ansia desmedida
de poder de unos pocos se habían descontrolado y todos los pueblos vivían, y
sobre todo morían bajo su yugo.
Contempló al
hombre que permanecía atento al rumbo fijado, tenía algo que la hacía sentirse
atraída inevitablemente, como una polilla que de una forma estúpida y temeraria
se acercaba a la luz que le sería mortal, pero sin poder evitarlo a su vez y
deseándolo hasta la estupidez más absoluta. Antes de abrir la boca, sus
palabras la detuvieron en medio de la sala de mandos.
—
No puedes volver, así que no
vuelvas a pedírmelo. Hace tres días que nos llegó un informe en el que aparecía
tu nombre entre los de otros reos que iban a ser detenidos. Estuvimos a punto
de quemar los motores de “La Promise” para venir a buscarte. Los demás ya han
sido contactados y alejados de sus puntos de información; tú eres una
excepción, no había manera de alejarte y mantenerte segura sin que se dieran
cuenta y Brock hubiera registrado de arriba a abajo toda la plataforma hasta
dar contigo, no hubiera renunciado a ti y lo sabes.
—
Tienes que entenderlo, tengo que
volver. Sólo he podido sacar de la oficina algunos datos en un disco de memoria
pero los mapas, el orden de los ataques y los despliegues de tropas no estarán
acabados hasta dentro de dos días. Tengo que volver, tienes que confiar en mí
un poco más.
—
Ya tenemos a alguien más dentro y
los sacará en cuanto pueda, sabe dónde encontrarlos y se hará cargo de
hacérnoslos llegar. Lo más importante ahora era ponerte a salvo, nos quedábamos
sin tiempo y tú ya no podías llegar a esos datos, en cuanto te hubieras
acercado a ellos, te hubieran atrapado. Hubieras
caído en una trampa que estaba abierta para ti, solo esperaban que pusieras tus
manos sobre ellos.
El suspiro
resignado de la mujer le dijo que de momento la batalla quedaba aplazada. No se
rendiría pero tampoco esperaba que lo hiciera. Su cabezonería era una de sus
mejores virtudes, si se empeñaba en algo luchaba sin límite, sin rendirse y
acababa logrando lo que quería.
—
Llegaremos enseguida y hoy te
prometo que dormirás segura. Ya nunca más volverás a estar sola si yo puedo
evitarlo.
Selene miro fijamente
sus ojos cuando susurró su respuesta, porque aquellas palabras le habían sonado
como una promesa y por un instante se sintió protegida, una sensación
desconocida para ella desde que había llegado a Opal. Tres largos años
sintiéndose atrapada en aquel nido de violencia encubierta, de crueldad y sobre
todo de traiciones. Teniendo que medir cada palabra que decía, sus gestos e
incluso su ropa. Aquella tensión mantenida durante tanto tiempo la agotaba
anímicamente, se sentía enferma del alma y no creía que aquella sensación la
abandonara ya nunca. No quería seguir discutiendo porque sabía que ni la
escucharía, estaba convencido de que debía sacarla de Opal y simplemente haría
lo que era necesario. Se dio la vuelta y evito su mirada, no quería que viera
aquello que intentaba ocultarse hasta a sí misma.
Cuando la mujer
que quería reclamar como suya desvió su mirada estuvo a punto de asegurarle que
esa noche dormiría entre sus brazos, y que la mantendría segura por siempre
entre ellos. Sabía que tenía que darle tiempo, que no podía cometer errores, ni
impacientarse, la ganaría o la perdería, pero la batalla había comenzado.
¡Pronto! Se prometió a si mismo.
***************
Un par de horas
más tarde llegaban al hangar donde su hermano Gabriel les esperaba dando largos
e impacientes paseos. Esperando para ver de nuevo a su hermana pequeña, a ser
posible de una pieza, por fin sana y salva. Después de tres años alejados esos
escasos momentos que faltaban para verla le parecieron eternos. Cruzó corriendo
el corto espacio que le separaba de la nave y la alzó en volandas haciéndola
reír como cuando era una niña.
—
¡Hola pequeñita!
—
Vamos Gabriel no puedes seguir
llamándome así, suena demasiado estúpido a mi edad. Hace mucho tiempo que esa
época quedó atrás.
—
Pues asúmelo porque eso nunca
cambiará, siempre serás mi pequeñaja. A veces deseo que volvieras a ser esa
niña que me volvía loco y me quería con delirio, y que permanecieras todavía
ajena a estos tiempos sangrientos.
Le dijo mientras le daba un gran abrazo de
oso y la achuchaba con cariño, loco de alegría porque habían llegado a tiempo. Miró
a su capitán y amigo y le dio las gracias con un gesto, mientras contenía las
lágrimas de agradecimiento. Para sus tres hermanos había sido como una hija más
que una hermana; sus padres murieron cuando ella era un bebé y entre todos se
habían hecho cargo de la benjamina de la familia.
Selene se
abrazó con verdadera ansia a su hermano mayor, se sentía tan bien entre sus
brazos mientras el miedo quedaba atrás, que por fin sentía
que volvía a estar en casa. Pero no iba a llorar delante de todos los que
circulaban por aquel enorme muelle, lleno de pequeñas aeronaves y de obreros.
—
Será mejor que me bajes y que me
expliques por qué me habéis sacado de Opal de esa forma tan intempestiva. Este
bruto me ha sacado de allí como si fuera un saco de patatas, ha sido
indignante.
—
Quizás deberías dormir un poco
antes, descansar te vendrá bien y coger un poco de peso tampoco te vendría nada
mal, estás demasiado delgada.
—
No podría dormir así que
cuéntamelo todo de una vez y no omitas nada. Estoy demasiado cansada de ser un peón sacrificable que sólo
sabe estrictamente lo necesario.
Lo que le pedía
era justo así que la dejó en el suelo, y volvió a ser el comandante de una nave
llena de personas y familias que dependían de sus decisiones.
—
Iremos a la sala de reuniones
donde todos se reunirán con nosotros en cuanto puedan. Todos están impacientes
y encantados con tu vuelta, impacientes por volver a verte. Más de uno se
alegra de una manera especial.
******
Harut se quedó
en la entrada de la enorme sala mientras pensaba en que acabaría matando a
alguien en aquella improvisada bienvenida, cuando todos aquellos estúpidos
empezaron a tocar y besuquear a Selene, sólo la sonrisa en su rostro evitó que
empezara a molerlos a puñetazos. Los conocía desde niña y sabía que a la gran
mayoría sólo los veía como amigos, sólo le preocupaban los que no entraban en
esa categoría. Miró hacía Gabriel para que empezara de una vez aquella absurda
reunión, y su guasón amigo le devolvió una torcida sonrisa, ordenando a todos
ocupar sus asientos.
—
Después de tantos saludos ha
llegado el momento de ponernos serios; Selene quiere saber la razón de sacarla
a toda prisa de Opal y creo que es justo. Algunos de vosotros sabéis que hace
tres días llego un mensaje por conductos no muy ortodoxos, de que estaban a
punto de arrestarla y eliminarla, alguien la ha descubierto y la han dejado
expuesta.
—
Me quieres decir que te has fiado
de una información dudosa, y que sólo por eso me has sacado a toda prisa cuando
estaba a punto de extraer información de incalculable valor. ¿Sabes lo estúpido
que ha sido eso y lo que puede pasar si no sacamos a tiempo esos datos? Miles
de vidas pueden ser masacradas ¿sois capaces de ignorar esas muertes?
—
Sabes que nadie mirara para otro
lado, tomaremos las decisiones necesarias para evitar todos los daños humanos. El
informador es fiable y ha prometido mandarnos los datos tan pronto como sea
posible. Los obtendremos tarde o temprano, pero ya no podías quedarte. Ya has
hecho más que suficiente por todos nosotros, jamás podremos devolverte estos
años.
—
Se me permite por lo menos saber
¿quién es ese informador y cuándo tendremos los informes necesarios?
—
De momento es mejor que
desconozcas su identidad ¿has logrado obtener alguna información desde nuestra
última visita?
—
He conseguido sustraer muchos
documentos con los que podemos trabajar durante algún tiempo. Los que
necesitamos están muy vigilados y no hay más que dos personas que tengan acceso
a ellos. Tu hombre necesitará mucha suerte, o caerá en desgracia y eso en Opal
puede ser una sentencia de muerte.
Su hermano
extendió la mano y la miró severo, en ese momento era un comandante y no su
hermano el que estaba delante de ella.
—
Le daremos la información a
central para que la procese lo más rápido posible. Y ahora todo el mundo a
celebrarlo, los problemas pueden esperar por nosotros un poco más.
******
Selene se
estaba poniendo realmente nerviosa intentando ignorar que Harut no dejaba de
seguirla con la mirada por toda la sala, y desde luego su cara no entraba
dentro de lo que se entendía por una expresión de felicidad. Durante toda la
cena y la fiesta que le siguió a su llegada, había sido consciente de su
presencia a su alrededor, lejano pero a la vez envolviéndola y subyugándola en
la distancia.
Una suave mano
en su cintura la aviso de que ya no estaba sola de nuevo y la expresión de la
cara de Harut pasó de enfadada a enfurecida. La razón fue obvia cuando sintió a
Kessar hablar a su espalda.
—
Cariño ¿sabes que te he echado
muchísimo de menos? Eres aún más hermosa de lo que mi mente lograba recordar. El
tiempo ha hecho que te rellenaras en los lugares adecuados y en las
proporciones precisas de mis manos.
Ignoró a Harut
y se volvió para saludar a uno de sus mejores amigos y un hombre por el que se
había sentido atraída en el pasado; era simpático, dulce y guapo hasta resultar
arrebatador, moreno y de ojos claros, alto, con un físico cuidado con esmero y
con aquella sonrisa abierta y desenfadada que las enamoraba hasta hacer caer
rendidas a todas las mujeres a sus pies.
—
Hola Kessar, yo también tenía
ganas de verte, he pensado muchas veces en ti allí sola. La verdad es que yo tampoco
te recordaba tan atractivo, el tiempo también ha sido generoso contigo, por lo
menos con lo que puedo ver a primera vista.
Su sonrisa
creció hasta resultar deslumbrante, llevaba intentando ligar con ella desde que
empezó a usar sujetador, pero nunca habían tenido la química suficiente como
para intentar ser algo más. Bromear pícaramente con él siempre le resultaba una
experiencia única y refrescante, por muchas veces que lo hicieran. Se alegraba
de que el tiempo no lo hubiera cambiado.
—
Si me hubieras llamado, te aseguro
que habría encontrado la forma de llegar a ti. El gran hombre jamás ha dejado
que nadie bajara a verte, te quería sólo para él.
—
Seguro que no has permanecido solo
tanto tiempo, y que algunas dulces y exuberantes preciosidades han calentado
tus sábanas. No te olvides de que te conozco bien, y que no me he olvidado de
tus innumerables conquistas.
Se sintió
incómoda después de hacer aquella desafortunada observación, se sintió
responsable de no contener su lengua a tiempo y se arrepintió de acicatearle de
aquella forma. Era siempre encantador
con ella, la había hecho reírse con su mente ágil y divertida, había sido un
pretendiente atento y galante sin llegar a hacerla sentirse hostigada. Antes de
que la situación se volviera realmente desagradable, la voz profunda de Harut a
su espalda les asustó a los dos, y sintió un alivio instantáneo en cuanto le
dio la excusa que necesitaba para salir de la desagradable situación que
acababa de provocar.
—
Quizás sea mejor que te acuestes,
llevas muchas horas levantada y no ha sido un día fácil. Kessar puede esperar
hasta que estés descansada y puedas resistir sus incansables avances.
Se aferró a esa
salida tan oportuna y se despidió de su amigo mientras la sacaba de allí con
una mano sujetando su cintura de una forma delicada pero firme, esquivando
hábilmente a los que les cerraban el paso.
********
Caminó casi de
una forma automática hacia su antiguo apartamento como si nunca se hubiera ido
de allí y el tiempo volviera atrás, cuando todo era fácil y se sentía querida y
segura. Una sonrisa llena de alegría se reflejó en su cara cuando comprobó
complacida que todas sus cosas seguían en su lugar, justo donde las había
dejado, era bueno que algunas cosas no cambiaran nunca.
En cuanto se
quedó sola se puso un pijama bastante antiguo, se sentó en la cama e intento
entrar en el ordenador de central. Quería trabajar un poco en los datos que
había logrado conseguir de los ficheros secretos de la oficina matriz del
dictador de Opal y núcleo de las operaciones de combate de los opresores de sus
mundos.
Lo que intentó
sin resultados hasta que alguien aporreó su puerta, ni siquiera dudó de quién
estaba al otro lado y aún lo hizo menos cuando le oyó exigir que le abriera,
sin darle tiempo a dejar todas sus cosas encima de la cama.
—
Ábreme ahora mismo, tenemos que
hablar.
—
Mañana hablaremos, no creo que sea
imprescindible que lo hagamos ahora. Estoy muy cansada, buenas noches.
Harut maldijo
en el pasillo, eso se creía ella. Entró en su apartamento y abrió la puerta de
comunicación entre las dos habitaciones. Se quedó sorprendido cuando le recibió
con una daga en la mano en posición de defensa y una expresión de verdadero
terror en su rostro.
—
Te he dicho que hablaríamos mañana
¿Cómo demonios has abierto esa puerta? ¿Por qué estás en esa habitación?
—
Baja esa daga y hablemos, si
hubieras abierto tu puerta cuando llamé nos habríamos ahorrado este susto y mal
trago los dos.
—
¿Qué es tan importante que no
puede esperar hasta mañana? No me voy a ir a ninguna parte. Se alejó de la
puerta y escondió la daga de nuevo debajo de su almohada.
La contempló un
instante recreándose la vista con lo que veía. Llevaba el pelo suelto rozándole
los hombros, una camiseta de tirantes y un pantalón corto de dormir que lo
dejaba sin aliento. Hasta que vio su actitud defensiva y su expresión de
desconfianza. Aparto los brazos de su cuerpo y extendió sus manos para que
viera que estaba desarmado y que era inofensivo.
—
¡Vamos! no creerás que voy a
hacerte daño, moriría antes de permitir que nada, ni nadie te hiriera. Te
prometí que hoy dormirías segura y puedes confiar en que cuidare de ti a partir
de ahora.
—
¿Por qué estás en la habitación
contigua a la mía, y porque no me lo dijiste cuando me dejaste aquí antes? ¿Por qué no dejo de tropezarme con tantos
secretos? Necesito respuestas.
—
Por eso tenía que hablar contigo y
no podía hacerlo en la fiesta, ni en el pasillo. Ni siquiera sé cómo decírtelo
sin que te asustes aún más.
Se acercó
despacio hasta que la vio tensarse de una forma sutil pero evidente. Le plantó cara
aunque estuviera asustada y eso era bueno, de momento confiaba en que él, no
era el peligro más inmediato. Chica lista.
—
Estás poniéndome nerviosa, dímelo
y no des más rodeos.
No sabía lo que le pedía porque nunca
hubiera sospechado ni en sus peores sueños, que en la nave alguien pudiera
pensar ni siquiera en traicionarles. Uno de los suyos, alguien que conocían y
en quien seguramente confiaban sin dudarlo ni un segundo.
—
Tenemos un traidor en la nave,
sólo Gabriel y nosotros lo sabemos. Dejó que las palabras calaran hondo y que
asimilara la noticia.
Le gustó como
sonó aquel nosotros. La vio sentarse y digerir la noticia, para ellos ya había
pasado algún tiempo desde que lo descubrieran. Le concedió unos segundos
recordando como se habían sentido ellos cuando lo descubrieron meses atrás, los
dos se quedaron bloqueados y con un sentimiento de traición intensa, eso debía
de ser lo que sentía Selene en esos instantes.
—
¿Sospecháis de alguien? ¿Tenéis
idea de quién puede ser? Tiene que haber algo que le delate, que nos ayude a atraparle.
—
Sólo sospechas infundadas pero
nada concluyente, y por eso dormiré cerca de ti y seré tu sombra a partir de
ahora. Estaré tan cerca como me sea posible y tan próximo como tú me dejes.
Selene tragó
saliva viendo como sus ojos se encendían con un calor que arrasaba su cuerpo
sin tocarlo, y eso la asustaba más que el supuesto traidor. Se levantó evitando
su mirada y volvió a centrar su atención en el ordenador que la esperaba encima
de la cama.
—
¿Sabes por qué central no me deja
acceder a los datos que necesito? he intentado trabajar un poco antes de
dormirme y no he podido abrir la conexión que me permite usarlos.
—
Hemos cambiado las contraseñas de
continuo desde que lo descubrimos por razones evidentes de seguridad, nadie
puede acceder a ellos salvo unos pocos de extrema confianza. Ahora tienes que
preocuparte de algo más urgente porque yo estoy a tu lado y estoy hambriento de
ti.
Antes de que reaccionara
a sus palabras sujetó su nuca y juntó sus labios suavemente, persuadiendo a su
boca a abrirse bajo su seducción, para ahondar el beso y sentirla rendirse. Su
lengua se enredó con la suya y la sintió gimotear incapaz de resistirse.
Selene luchó
contra su propio deseo, tenía que separarse de aquel cuerpo caliente y acogedor
antes de que su cerebro dejara de funcionar por completo, nunca pensó que un
beso la pudiera hacer sentir tan querida y deseada.
Harut sintió
como sus manos intentaban apartarle y tenía que soltarla antes de desbocarse y
devorarla allí mismo. No quería asustarla sino dejar claro su reclamo sobre
ella y que está vez no renunciaría a tenerla, salvo que ella le rompiera el
corazón. Saboreaba su sabor pensando en que besarla sintiéndola rendida a sus
besos, sobrepasaba con creces sus mejores sueños.
—
Será mejor que me vaya ahora pero
no olvides este beso porque habrá muchos más. Esto sólo es el principio de algo
que debió suceder hace mucho tiempo. Buenas noches.
Permaneció
inmóvil en medio de la habitación hasta que le vio salir y cerrar la puerta a
su paso. Se dejó caer en la cama y decidió dormirse en ese mismo momento,
estaba agotada y esa era la explicación de por qué aquel beso le había parecido
tan explosivo. Pensando en la fuerza de ese beso se durmió y se dejó llevar al
mundo de los sueños, en los que estaba el hombre que minutos antes había
abandonado su habitación dejándola tan hambrienta como su beso.
******
Harut recorría
la habitación como un animal enjaulado, pensando en su sabor y en que estaba
allí mismo, al alcance de sus manos. Tendría que jugar bien sus escasas cartas
y meterla pronto en su cama y en su vida o perdería el poco sentido que aún
tenía. Gabriel llegaría en unos minutos y tenían que hablar de lo que les
esperaba, de lo que harían y del precio que tendrían que pagar por todo ello.
La persona que esperaba llegó antes de poder decidir que iba a decirle, en
cuanto entro él mismo soluciono sus dudas.
—
¿Has hablado con ella? ¿Lo sabe?
¿Qué te ha dicho?
—
Se lo ha tomado bastante bien, claro
que está bastante acostumbrada a vivir con miedo, y eso es gracias a ti y tus
ridículos juegos de espías. Me ha recibido con una daga y alerta, ¿es lo que te
esperabas? Porque a mí me ha dolido ver un crudo terror reflejándose en sus
ojos, sobre todo cuando me he dado cuenta de que ya no confía ni en mí.
Vio cómo su
mejor amigo se quedaba pálido bajo el bronceado y su cara perdía la sonrisa, y
las ganas de bromear que mantenía a todas horas. Aquel carácter guasón y ácido
que usaba como un mecanismo de defensa ante los desafíos y crudeza de la vida.
—
Ese es un golpe bajo, es mi
hermana pequeña ¿crees que a mí me gustaba la situación? Ya sé que nunca
estuviste de acuerdo en dejarla en Opal, pero no nos negarás que hemos salvado
muchas vidas, y que su trabajo ha sido imprescindible y brillante.
Miró al techo
intentando encontrar un punto dentro de su mente de calma y tranquilidad. Sabía
que era verdad lo que decía, no podía negarlo por mucho que odiara haberla
dejado allí, pero no estaba dispuesto a volver a pasar por aquello. Se volvió y
le miró con determinación para que entendiera con claridad el mensaje, porque
no pensaba repetirlo.
—
Que te quede muy claro, no dejaré
que vuelvas a sacrificarla nunca más por ninguna razón, por buena o necesaria que te parezca. Esta vez
se quedara conmigo y no volveré a dejarla irse.
—
¿Eso lo ha decidido ella o tú gran
hombre? No has perdido el tiempo, porque apenas lleva unas horas entre nosotros
después de tres años allí abajo.
—
Te hice caso hace tres años y me
aparte porque era muy joven, pero no volveré a hacerlo, la he esperado durante
demasiado tiempo. Quiero que sea mi mujer y la protegeré hasta de ti si hace
falta.
—
Sé que siempre has estado
enamorado de ella pero si le haces daño, te mato ¿de acuerdo? Recuerda que
tienes que explicarle antes tu secreto y que decida lo que decida, ella tiene
la última palabra.
Gabriel se fue de allí sin hacer ruido,
tal y como había llegado, pero dejándole mucho en qué pensar. ¿Cómo podía hacer
que la mujer que ahora dormía al otro lado de aquella puerta le amara? Le
contaría su secreto pero encontraría la forma de mantenerla a su lado fuera
como fuera. Con ese pensamiento se durmió hasta que algo perturbó su sueño, se
despertó alerta, puso atención y escuchó pasos muy leves delante de la puerta
de Selene. Con sigilo traspasó la puerta de comunicación y se acercó a ella
despacio, tapó su boca con la mano y cuando cruzaron sus miradas le indicó que le
siguiera en silencio. La dejó en un rincón de su habitación y le susurró:
—
Espérame aquí.
Salió al
pasillo pero el intruso ya se perdía al final de éste, las luces tenues que
brillaban suavemente guardando sus horas de sueño no le permitieron verle con
claridad. No podía dejarla indefensa así que renunció a seguirle, volvió a
entrar asegurando bien los cierres de ambas habitaciones y asegurándose de que
nadie podía entrar sin que le sintieran.
—
¿Quién era?
Su miedo era
tan evidente que caminó hasta ella y la levantó entre sus brazos, sentándose en
su cama mientras la dejaba acomodarse contra su pecho. La acunó lentamente con
suaves caricias para que se relajara.
—
No he podido verle, pero no te
preocupes aquí estás a salvo. Yo cuidaré de ti.
Selene sabía
que debía evitar que la tocara pero estaba asustada. Llevaba mucho tiempo
viviendo con miedo y se sentía tan bien con sus brazos alrededor mientras le
acariciaba lentamente la espalda, que dejó que el cansancio se adueñara de su
agotado cuerpo y antes de darse cuenta se había dormido.
Harut percibió
el cambio en su respiración, deslizó su preciada carga en su cama y se durmió
abrazándola, dejándola sentirle y sintiéndola a su vez. Al final sí que se
había cumplido su promesa de que dormiría segura y además entre sus brazos, aquello
era un buen comienzo.
Mientras ellos
se dormían en un cálido sueño, al otro lado de la nave entre ruidos de motores,
dos figuras sombrías y amenazadoras tramaban una traición, y discutían por el
plan fallido de esa noche.
—
Maldita sea, no me dijiste que
Harut estaba en la habitación de al lado, no he podido ni acercarme a su puerta
antes de que me sintiera. Te aseguro que he sido tan silencioso como la misma
muerte. Nadie más hubiera podido oírme.
—
No lo sabía idiota, ese dormitorio
figuraba como vacío cuando lo comprobé por última vez. Controlan todo en
central y es difícil saber qué modifican y cuándo lo hacen. Tendremos que
hacerlo a pleno día.
Miró a su
compañero de traición y por un momento dudó de la cordura de aquel viejo,
apenas había llegado a su puerta y había escapado por los pelos ¿de verdad
quería hacerlo durante el día?
—
Será imposible cogerla sola,
siempre hay gente pululando por los pasillos, la capacidad de la nave esta
sobrepasada y lo sabes. No le quitarán el ojo de encima y menos con lo que ha
pasado esta noche.
—
Pero contamos con la ventaja de que
aquí se siente segura y bajará la guardia, sus perritos falderos tienen muchas
tareas y pronto se relajarán en su vigilancia. La atraparemos.
—
¿Informaremos de que hay un nuevo
topo en las oficinas centrales? Quizás podamos sacarle algunos créditos más, o
algo aun más valioso.
—
No nos interesa agitar más las
aguas, mantén la boca cerrada. Intentaré acceder a los datos que les entregó
ayer, necesitamos saber hasta dónde están enterados de nuestros planes, y que
nos den alguna pista para localizar y eliminar a ese topo sin tener que quedar
expuestos delante de él.
—
No puede ser muy difícil dar con
su espía, en la ciudad apenas tenía vida social y en la oficina sus contactos
son muy limitados. Nos pagaría muy bien si le diéramos ese nombre.
—
Nos pagará mejor si se la
entregamos a ella al mismo tiempo. Le hemos fallado dos veces y eso no le hace
precisamente feliz, no se le conoce por su paciencia y si por su locura, es
mucho mejor tenerle como amigo que como
enemigo.
Un oído atento
les escuchaba desde un lugar oscuro y protegido de miradas indiscretas. Se
sentía tentado de ver los rostros de los que susurraban y les traicionaban a
todos, sin embargo reprimió su instinto de revancha. Permaneció quieto y silencioso,
tenía que ser prudente, si en ese momento les descubría y no podía avisar a
nadie de que no sólo tenían un traidor, la información se perdería, así que
permaneció alerta siguiendo la conversación que transcurría no muy lejos de su escondrijo.
—
No lo entiendo, hay mujeres muy
hermosas en Opal, mucho más hermosas que esa cosita linda. Es un
encaprichamiento infantil.
—
Eso es algo que no nos importa y
que no decidimos nosotros, le daremos aquello que quiere sea un capricho o no,
y cada uno conseguirá lo que queremos.
Unas risas
groseras y malsonantes fue lo último que pudo escuchar mientras sus traidores
se escurrían como las ratas que eran.
**************
Nuestro traidor
tenía que hacer aquella llamada quisiera o no, Brock esperaba resultados
inmediatos, no le gustaban los errores y jamás los perdonaba. Estableció la
conexión y esperó nervioso, en cuanto empezó a explicarle lo que había ocurrido
poco antes, el infierno se desato al otro lado y decidió dejarle desahogarse
durante unos minutos. Intentó volver a hablar cuando dejo de vociferar al otro
lado y volver a excusarse por el fallo de esa noche, pero no fue posible en el
estado que se hallaba su receptor al otro lado.
Los golpes,
maldiciones, amenazas y gritos eran más propios de un loco que de un genio.
Intentó calmarle con la promesa de cumplir sus objetivos y al final sólo logró
que le colgaran la pantalla al otro lado.
No era ningún
cobarde, nunca lo había sido pero en ese instante se alegraba de no estar a su
alcance.
*************
Al otro lado no
todos tenían esa suerte, la joven y hermosa amante que le esperaba en su cama, se encogió cuando la miró con unos ojos
inyectados en sangre. No sabía que había pasado con el amante que segundos
antes la devoraba con pasión, pero presentía que no sobreviviría a la lujuria y
el frenesí de aquel loco que ahora la miraba.
Y la mañana
confirmó sus peores presagios… sólo un hombre cubierto de sangre desde su
cabello hasta los pies se levantó de aquella cama, un cuerpo atlético y
perfecto, con un interior podrido y cruel hasta el delirio.
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