lunes, 13 de febrero de 2017

RELATO PUBLICADO EN LA III ANTOLOGÍA DEL CONGRESO DEL RA (Romántica adulta)


ALARIC Y ANNIE
(Extracto del libro: GUERREROS DE LA NOCHE)

Alaric la vio en cuanto entro en la cueva, aunque aquellas cuevas eran de techos muy bajos estaba subido en una de las peñas más altas de las enormes chimeneas forjadas por el fuego del centro de la Tierra que buscaba la superficie, perdido en sus pensamientos y en ella. Había abandonado el baile porque las preguntas de Annie habían revuelto sus sentimientos y sus miedos, junto al dolor que afrontaría una noche más cuando la viera irse con unos de los guerreros, sabiendo que quizás él nunca fuera el escogido. ¿Qué hacía allí y sola?

Solo él frecuentaba aquellos solitarios parajes, tan silenciosos y abandonados como él mismo. Iba a bajar para preguntarle, por si estuviera buscándole cuando la sintió hablar consigo misma. Sabía que no estaba bien escucharla sin advertirla de su presencia pero ya contaba con demasiadas desventajas, volvió a pegar su cuerpo contra la pared y espero quieto y atento.

Estuvo a punto de saltar de la peña hasta sus pies solo por esas palabras, pero se detuvo cuando ella se levantó y alzó sus brazos tocando el bajo techo y grito.

Estuvo a su espalda mucho antes de que acabará de gritarle a la cueva sus sentimientos. La que amaba acababa de regalarle la vida, el mundo y los sueños más increíbles que había acariciado durante toda su vida. La noche en que sus esperanzas habían estado a punto de morir, ella por fin le llevaba a la tierra prometida de sus deseos.

Annie no creía en las casualidades, él estaba allí porque ella no hubiera sido lo suficiente valiente como para ir en su busca...Oírle decir que había estado a punto de renunciar a ella había detenido por un segundo su corazón. Sintió como su boca tocaba con una delicadeza exquisita su cuello y su aliento le acarició la nuca haciéndola estremecerse. Se dio la vuelta y acaricio con suavidad su mejilla mirándole fijamente.

Él no tenía miedo porque quemaría el mundo para tenerla. Quería unirla a su futuro y a su destino y el tiempo de las palabras habían pasado. Tanto tiempo perdido...pero solo quería mirar hacía adelante. La cuidaría como el regalo más valioso y la ataría con cada caricia y cada beso, hasta que no pudiera respirar sin sentirle atado a su corazón.

La beso con suavidad recordando el primero siendo unos adolescentes locos y los de la noche anterior. Aquella boca sedosa que le envolvía hasta hacerle perder el sentido y aquella piel que deseaba recorrer durante horas. Había tenido maravillosos amantes y quería grabarse en su cuerpo para que nunca más deseará a otro.

Un golpe de sentido común le sacudió cuando sus manos se perdieron bajo su falda y comenzaron a apartar la ligera prenda que protegía su sexo. Tenia que frenar en ese mismo instante, aunque hacerlo le matará. Tenía miedo de dejarla pensar pero no quería ligarla a él con un hijo que nunca quisiera. Alaric podía sufrir hasta lo indecible porque había escogido a la mujer que amaba y había sido su elección hacerlo, pero nunca condenaría a un hijo a vivir sin ser amado.

La vio quedarse congelada con su comportamiento y no quería perder la frágil ventaja que había conseguido, así que la levanto contra su pecho y la apretó contra su cuerpo mientras caminaba hacía su cuarto sin dejar de besarla.

Lance le había prohibido el ala de sus orgías que estaba alejada de los pasillos más frecuentados, pero aquellas también eran sus habitaciones y quería máxima discreción esa noche. Entro en su habitación, donde se había refugiado con ella el día de la fiesta a la que nunca debió ir pero que se la había regalado durante una horas. La tendió en su enorme cama sin dejar de mirarla, quería devorarla, amarla hasta que juntos perdieran la razón, protegerla y que nadie le hiciera daño pero sobre todo quería que le amará sin dudas y él pondría lo mejor de si mismo en cada caricia.

Bella se alzó sobre sus codos para ver al impactante guerrero del que siempre había estado enamorada. La alegría de reconocer por fin sus sentimientos se mezclaban con el miedo de lo que pasaría al día siguiente…pero esa noche era suyo.

Le vio abrir un gran cajón de su mesita y lo volteó encima de ella, cientos o miles de paquetitos de todos los colores cayeron sobre su cuerpo mientras le miraba sorprendida.

Un ataque de risa les unió en un instante divertido e íntimo que compartieron, envueltos en el ambiente de una química explosiva que les rodeaba. Ni uno solo de sus amantes la había hecho reír o había bromeado con ella en la cama. Casi todos iban a por su cuerpo y a saciarse, y saciarla de la forma más completa y eficiente, máquinas sexuales que no querían hablar o conocerla. Habían reducido al poder del amor, a una simple lujuria concentrada en cuerpos perfectos que luchaban por las pocas hembras disponibles.

Alaric la conocía mejor que todos ellos y se tomaba un tiempo que sabía que para él debía de ser precioso, para hacerla reír y despejar la tensión sexual que era patente entre ellos desde siempre. Si no le hubiera amado hasta la locura, en ese momento su corazón se hubiera rendido a su sonrisa.

En un segundo le vio despejar la cama de todos aquellos paquetitos y escogió los azules, los verdes y los rojos, sus colores preferidos en la escuela primaria. Nada sobre ella se le había escapado a aquella mente rápida y brillante. Abrió sus brazos para invitarle a acompañarla esa noche y ya nada le retuvo.

Alaric avanzó y la cubrió con su cuerpo mientras gateaba sobre su cuerpo sin tocarla, hasta quedar sobre sus manos y rodillas. Aquellos ojos grises como un día de tormenta la acariciaban como nadie lo había hecho hasta el momento, con un amor limpio y sin límites que tocaban su corazón y su alma hasta hacerlas gritar de placer. Acarició con suavidad su mandíbula, sus mejillas y suspiro cuando le vio inclinar su cara contra sus manos con una expresión de pura felicidad con aquel simple toque.

Tiro de su camisa y le hizo descender hasta apoderarse de su boca y el baile de una seducción lenta e intensa comenzó. Ella había atacado con suavidad pero pronto su boca la aniquilo, la conquisto y derribo cada barrera. Su boca siguió un ardiente camino en su piel que fue llenando de pequeños besos y caricias, su aliento, su lengua y sus dientes la volvían loca allá por donde pasaban. Su camisa ya estaba abierta y su sujetador había desaparecido bajo aquellas hábiles manos, para cuando tomo sus pechos en su boca y su cuerpo se alzó reclamando cada caricia y que no los abandonara.

Aquel juego estaba desequilibrado y ella también se puso en marcha desabrochando cada botón que la separaba del cuerpo que aun no la tocaba y ya la volvía loca de placer. Siempre había adorado aquella piel suave y cenicienta que le hacía distinto de los demás pero que a ella le encantaba. Sus manos y su boca comenzaron a hacerle suspirar, gemir y gruñir con cada beso, caricia y mordisco que plasmaba en su piel.

Un click salto en su cabeza y los deseos que había refrenado hasta ese instante desaparecieron. Arranco cada prenda de ropa que la cubría mientras destrozaba la suya propia, arraso con su boca, sus manos y sus dedos cada rincón de la mujer que amaba mientras la sentía gritar y acompañarle con cada movimiento. Devoró su sexo mientras sus dedos conquistaban la entrada que deseaba profanar hasta hacerla suya. Espero y cuando su primer orgasmo se derramo en sus dedos la protegió con un preservativo, y la empalo hasta perderse en lo más hondo del cuerpo que le pedía tanto o más de lo que le daba. Se puso de rodillas, alzó sus caderas y comenzó un ritmo vertiginoso de fuertes acometidas que les hacían saltar en la cama hasta llegar al centro de la misma.

Bella no era una mojigata pero aquel hombre la saqueaba tanto física como emocionalmente. Le sentía tocar su útero con cada acometida de su eje, y lejos de ser incómodo o doloroso disfrutaba de cada empuje mientras sus miradas se entrelazaban. Quería mucho más de aquello en su vida, le quería a él para todas las noches de su vida, apartó aquel pensamiento que la asustaba a muerte y disfruto de una noche intensa. Llena de amor, sexo, bromas y secretos. Solo cuando la noche estuvo a punto de caer durmieron unas horas, soñando el uno con el otro como si no quisieran separarse nunca más.

                                                         ****

Alaric se despertó y el temor del día siguiente le golpeo con fuerza ¿qué haría si ella le apartaba de nuevo? Verla a lo lejos ya era doloroso pero si ahora le apartaba de nuevo moriría sin remedio. Aquella mujer que dormía a su lado era lo único que le mantenía con vida y le daba esperanza. La vio desperezarse y sonreírle y aquello alivio su corazón.

Se ducharon juntos, se acariciaron, rieron y juguetearon hasta que llego la hora de alimentarse para subir a la superficie. Su tiempo de descanso se había terminado y tenía que irse. Tomó su mano y salieron al vacío pasillo pero mucho antes de llegar a los largos corredores donde comenzaba un nuevo día, ella le retiro su mano y se aparto de su contacto, volviéndose callada y huidiza a sus miradas. El dolor dentro de su pecho comenzó a ganar terreno y se detuvo para ocultarla en uno de los túneles secundarios. Cuando quedaron fuera de la vista y la oscuridad era casi total, la abrazó y la sintió temblar contra su cuerpo.

Bella se sentía morir, la noche, el hombre, las caricias y sobre todo aquel amor la hacían feliz era lo que quería, pero el miedo a lo que pasaría si le dejaba reclamarla la alejaba de él. Tenía que ganar tiempo.

Vio como se alejaba y su mandíbula se endurecía mientras la miraba y comenzaba a caminar con pasos airados. Sabía que no era justo y se sentía como si le estuviera traicionando pero necesitaba pensar, no todo era de color de rosa y romper con todo no sería fácil. Sin embargo Alaric se le adelanto antes de que le pidiera unos días para hacerse a la idea.

Se fue dejándola sola mucho antes de que reaccionará, camino con rapidez hasta su habitación y se cambio de ropa para que nadie descubriera que no había pasado la noche a solas y corrió hacia el comedor. Le busco entre el gentío y no le vio, los minutos pasaban y no llegaba ¿y si se iba antes de que pudiera hablar con él? Una angustia que la carcomía por dentro comenzó a recorrerla, abandono su desayuno y corrió hasta la sala del portal. Muchas mujeres despedían a sus guerreros entre susurros, buenos deseos y besos, y algunas la miraron curiosas. Lance fue quien la cogió del brazo y la saco de allí.

Lance la dejo en medio del pasillo y se maldijo por haber sido tan duro, pero ella se merecía aquellas palabras. Alaric era un buen guerrero, de los mejores y estaba al límite de su resistencia contra su parte drack. Años de soledad y de rechazo habían socavado su fe en encajar entre ellos algún día, pero su mirada esa noche antes de subir había sido de tristeza inmensa, de rendición y no podría culparle si les abandonaba. Hasta el sufrimiento debe terminarse algún día, y su condena y castigo por algo de lo que no era responsable había durado demasiado.

                                                            ***

Bella camino sin rumbo hasta llegar a la habitación de Alaric pero no logro que la dejarán pasar. Volvió a su propia habitación, se envolvió en la ropa que poco antes se había quitado y que olía a él y se dedico a esperarle en la sala del portal. Lloraba desconsolada y sin poder evitarlo, pensando en la niña caprichosa y cobarde que le había hecho sufrir durante años, y que le había tomado sin pensar en las consecuencias de romperle el corazón en una última y maravillosa noche.




2 comentarios:

  1. Impresionante!!! Como todos tus historias. Leyendote me haces olvidar todos los problemas por un rato y me haces feliz con esos ratos mágicos .

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    1. Mil gracias mi nena...escribir para vosotras siempre es un placer. Besotes inmensos.

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