"REGALO"...No te quedes sin mi último libro, La Feria del Libro de Gijón, es tu oportunidad de conseguirlo.
Nos vemos mañana en el stand de: Casa del Libro, a las 18.00 de la tarde.
Paseo de Begoña, Gijón.
LIBRO REGISTRADO EN EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS.
“VENGANZA DE SANGRE”
H. D. CRUZ
DEDICATORIA
“REGALOS”
Mis regalos de vida habéis sido mis hijos,
mis amores incondicionales.
Me liberasteis de personas que me dañaban,
tanto antes como ahora.
De hacer de mi vida algo especial, y enriquecerla
de principio a fin.
De darme el poder de amaros más allá de la
vida y de la muerte, eternamente.
De romper las cadenas del qué dirán,
y hacerme sentir con la fuerza más intensa
de la naturaleza.
De no endurecerme con una vida difícil,
siempre preferiré sentir demasiado que no
suficiente, aunque eso me mate.
Me liberasteis de los miedos y de las pérdidas,
porque he sido fuerte por y para vosotros.
Nunca me arrepentiré de daros la vida,
porque solo por eso, ya ha merecido la pena vivir.
Os quiere, mamá <3
**PRÓLOGO
La lluvia caía en frías gotas mientras la
vida se le escapaba mirando un cielo azul que desaparecía poco a poco. La
oscuridad se hacía dueña de la noche en que iba a morir. Su mente comenzó a
repasar su vida, decían que era lo último que sucedía cuando la muerte te
acechaba, estuvo a punto de sonreír socarronamente, pero su boca se llenó de
sangre y le hizo toser con fuerza.
Se vio como un niño pequeño y dejó que le
invadieran los hermosos recuerdos de una infancia feliz. Los momentos con su
madre cuando jugaban entre los campos de trigo, nadando en el río que cruzaba
sus tierras y donde le enseñó a nadar, enseñándole a hacer galletas a su lado y
cocinando las comidas que más le gustaban, las canciones que bailaban juntos y
su madre tatareaba mientras le abrazaba, las nanas y los mimos que le daba
cuando se iba a la cama, sus caricias cuando estaba enfermo y sus desvelos por
hacer de él, de su pequeño príncipe, un hombre feliz.
Un padre severo, de pocas palabras y menos
besos, pero que le quería. No era tan expresivo como su madre, era un hombre
callado, observador y de pocos detalles cariñosos. Una mirada cómplice cuando
su madre le regañaba, cuando le cedía su trozo de postre y se terminaba
el suyo. Aquellas caricias suaves en su cabeza cuando se iba a trabajar y cómo
limpiaba sus lágrimas cuando no sabía qué decirle.
Los dos le habían enseñado a ser educado,
trabajador y respetuoso, y le habían inculcado los valores que le hubieran
hecho un gran hombre. Le habían dado todo lo que tenían y hasta lo que no, en
una tierra dura, sin comodidades y de lucha pero, sobre todo, se habían
desgastado para hacerle feliz.
Fue una decepción total para ellos y les
había pagado siendo un chico difícil que se metía en problemas, peleas. Quería
cosas que no podían darle y les censuraba por ello. Alternaba temporadas en los
que les ayudaba en sus duros trabajos en unas tierras que labraban con su
propias manos y sangre, y a las que odiaba con toda su alma porque solo les
daba miseria.
Se le daba bien luchar y las armas, y
tenía una rabia interior que le daba el coraje de la inconsciente juventud para
no detenerse ante nada, ni ante nadie. Con aquellas dos artes conseguía buen
oro, mujeres, bebida y jugarse lo que poseía y lo que no. No había vicio que
desconociera y no practicara antes de llegar a su plena hombría.
Había peleado en las causas que
consideraba primero justas, el buen oro y unas bonitas piernas de mujer que le
recibieran cada noche entre sus cremosos muslos. Era un verdadero idiota,
asesinar siempre era derramar sangre. Sus padres se asustarían de lo que había
hecho con su vida si pudieran verle. Las lágrimas comenzaron a deslizarse y a
mezclarse con las gotas de lluvia y una voz a su lado le hizo una pregunta.
—
¿Por qué lloras, Styx? ¿Tienes
miedo a morir?
¿Aquella voz era su conciencia? De todas
formas, ¿qué más daba? Moriría en pocas horas y contestó mentalmente a aquellas
preguntas sin poder evitarlo.
—
Lloro porque he deshonrado a mis
padres, he malgastado mi vida y ya no tendré tiempo de hacer lo correcto. He
tirado mi vida odiando lo que me dio la vida, la tierra y la he regado con
sangre. No tengo nada mío, realmente mío, lucho por dinero y no por ideales… He
estropeado todo aquello que prometía ser, he desperdiciado cada día de mi vida
esperando por algo que nunca llegó.
La voz de su conciencia volvió a
molestarle y a pedir respuestas, como si no tuviera bastante con sus
remordimientos y pesares. ¿Qué demonios quería ahora?
—
Si tuvieras otra oportunidad, ¿qué
harías?
—
No hay más oportunidades. Allá
donde vaya ya no hallaré a quienes amo, no con esta vida que arrastro tras de
mí.
—
¿Qué harías?
Estuvo a punto de cerrar los ojos y dejar
de oír a aquella pesada conciencia que le molestaba hasta para morir. Una
sacudida le hizo volver a abrirlos y volver a ver la hermosa noche tachonada de
miles de estrellas.
—
Intentaría ser mejor hombre,
proteger a quienes me necesiten y usar mi espada para ayudarles y no para ganar
oro. Sobre todo querría ser el hombre que mis padres hubieran querido que
fuera. No vuelvas a molestarme y déjame por lo menos morir en paz.
—
No puedo dejarte morir. Sé que no
ves más allá de tus narices, pero tú aún no estás listo para irte. Tendrás tu
otra oportunidad.
—
¿Eres mi conciencia o acaso eres
Dios?
—
No soy tu conciencia y no sé si
ese Dios tuyo existe, pero vivirás.
Una enorme sombra le cubrió y tapó las
estrellas. Antes de poder pensar con coherencia, un terrible dolor cercenó su
cuello y sintió cómo se le iba la vida. Era justo pago para su disipada vida
morir a manos de un depredador, pero odiaba no haber conocido el amor que sus
padres compartieron, enorme y dulce, tan distintos y a la vez siendo capaces de
amarse hasta la vejez.
No tenía fuerzas para volver a ver la
noche estrellada, que le cubría y se llevaba su vida, pero escuchó una risa
sarcástica y dura, que se reía de su último pensamiento. ¡Maldita conciencia!
—
Jajaja. ¿Piensas en el amor? Si me
hubieras pedido enamorarte no te hubiera dado la vida de nuevo. Eso no existe
pobre hombre, quédate con tu primer deseo.
Se durmió o murió esa noche…pero a la
siguiente volvió a abrir los ojos. ¿Cómo podía ser? Quizás seguía vivo… Pero no
respiraba y no sentía su corazón, todo era silencio a su alrededor, solo veía
piedra.
—
No estás vivo como antes, Styx,
pero vivirás de nuevo cada noche, recuerda tus deseos y vive para cumplirlos,
pocos tienen otra oportunidad.
Se volvió en guardia contra su conciencia
que seguía hablando, pero delante de él solo había un hombre alto, de pelo
blanco y ojos grises.
—
No soy tu conciencia, soy Bojan,
un guerrero que tiene pendiente una dura guerra como tú y que comparte tus
deseos. Sígueme y quizás uno de los dos logre ser mejor de lo que una vez
fuimos.
Le siguió y luchó a su lado por una causa
justa que no era la suya, pero que buscaba algo mejor para los que les
rodeaban. Aprendió y llegó a ser el mejor para de nuevo volver a morir como un
fracasado. Esa segunda vez que la traición le partió el corazón y que la muerte
volvió a reclamarle también fue burlada. Esta tercera vez fue la magia del
ejecutor quien le trajo de nuevo a una medio vida y vuelta a empezar. Tres
vidas y en todas acababa solo y fracasado.
**EN EL PRESENTE
Las manos llenas de sangre era lo único
que veía cuando la noche desaparecía y el amanecer le amenazaba con obligarle a
dormir en un sueño frío, solitario y, casi siempre, carente de sueños por los
que seguir vivo.
Cuando no estaba matando, ni inmerso en
una intriga tras otra entre Sires, pensaba en su primer fracaso en la vida como humano, su breve paso
por la vida de vampiro y, por último, su vida como ejecutor de una Corte que no
era la suya y a la que sin embargo se sentía unido.
Un fracaso tras otro y en la única ocasión
que lograba encontrar el amor, huía. Dejaba abandonada a la única mujer que le
había aceptado por él mismo, sin que nada los separara. Amaba su risa, su
sentido del humor, su cuerpo, sus caricias, sus besos y hasta su mal genio.
Tenía que recuperarla y tenía toda una
eternidad para hacerlo, hablaría con su caudillo, rompería las promesas de sus
esponsales y lograría volver a su vida como si jamás se hubiera ido. Esa misma
noche ya había discutido con su Sire y aunque se resistía a dejarle irse, lo
haría. Ya había sangrado suficiente por ellos y les había servido bien.
Sin embargo, la nota que pasaron bajo su
puerta cambió todos sus planes: su casa, su hogar y todos los que amaba habían
desaparecido. Un nuevo golpe que le hacía tambalearse intentando sobrevivir.
Apretó sus puños hasta que la nota
desapareció y quedó hecho una arrugada bola, mientras le gritaba loco de dolor
a la noche ¿Por qué nada podía salir como quería? ¿Por qué siempre tenía que
luchar por cada migaja de felicidad?
https://www.casadellibro.com/libro-venganza-de-sangre/9788491839491/6430216
https://www.casadellibro.com/libro-venganza-de-sangre/9788491839491/6430216
No hay comentarios:
Publicar un comentario